El Centro de Análisis Multidisciplinario durante años se ha dado a la tarea por hacer investigación desde la ley del valor trabajo en Marx y darle continuidad al estudio del desempleo, pues pensamos que es importante ubicar la discusión para explicar al desempleo desde un carácter estructural, por lo que el propio capitalismo lo desencadena sistemáticamente, asimismo, en esta investigación comentaremos sobre algunas de las principales consecuencias del desempleo en torno a los bajos salarios y el empleo informal.
Para tal propósito, en esta investigación se plantearon tres objetivos; el primero, consiste en presentar el contexto general sobre el cual se agudiza el desempleo estructural desde de dos puntos de inflexión de la economía mundial: con la crisis financiera del 2008-2009 y, con la emergencia sanitaria por el SARS-CoV-2 iniciada a finales del 2019; el segundo objetivo, en este punto exponemos un análisis, metodología para el cálculo de la tasa de desempleo utilizada por el CAM y los resultados sobre dicha tasa de desempleo por entidad federativa en México para el periodo de estudio del 2006 al tercer trimestre del 2023; y el tercer objetivo, en este hacemos la presentación de un análisis sobre el diferencial en el desempleo por género en México del 2006 al tercer trimestre del 2023.
El contexto sobre el cual se desarrolla y profundiza el desempleo estructural.
Primera parte.
El desarrollo del desempleo se ha presentado como una condición crónica estructural a lo largo de la historia del capitalismo mundial, esta realidad social se explica como una derivación de la relación entre la producción y la reproducción de la acumulación del capital mundial, regional y local, misma que determina los límites en los procesos de recuperación de la tasa media de ganancia mundial. Es decir, para que el capitalismo enfrente las complicaciones en los procesos de la reproducción y expansión de la acumulación capitalista es que se produce el condicionamiento sobre número de trabajadores asalariados ocupados en el mercado laboral global, dicho proceso se encaminará en todo momento hacia la valoración del capital bajo la figura de precarización del trabajo y salarial al presionar a la baja los costos en general de la fuerza de trabajo sin alterar los niveles de productividad de esta, por lo que, en un primer momento se observará la generalización de la caída tendencial de los salarios reales de las clases trabajadoras, y en un segundo momento, con el desempleo crónico estructural también se presionará en los mercados laborales de forma generalizada a la baja en los salarios en términos nominales, ya sea estancándolos al otorgar a las clases trabajadoras raquíticos incrementos a sus salarios y generalmente por debajo de la inflación, lo que se expresa en desigualdades y brechas salariales por género.
Durante la crisis financiera que inició en el año 2008, y de acuerdo con el informe Tendencias Mundiales del Empleo de la Organización Internacional del Trabajo (OIT) tan solo para el año 2009 se perdieron aproximadamente 51 millones de empleos a nivel mundial, destacando que el sector de los jóvenes trabajadores a nivel mundial de entre 15 y 24 años para finales del 2009 alcanzaban los 620 millones, de los cuales 80 millones se encontraban desempleados.
De acuerdo con la OIT en su documento Panorama Laboral 2009. En América Latina durante este año con la crisis económica y con la subsecuente ralentización de la economía mundial la tasa de desempleo pasó de 7.0 % en el año 2008 a 8.2 % para alcanzar la cifra 4 millones más de desempleados durante el año 2009.
Para el año 2013, a cinco años del estallido de la crisis financiera mundial y con el aparente final de la misma, los niveles de desempleo mundial según el informe sobre el Trabajo en el Mundo 2013: “Reparando el tejido económico y social” publicado por la OIT, el desempleo aumentó a 192 millones de trabajadores a nivel mundial, cifras que se vinculan y en gran medida explican el impacto en la generación de empleos con la incertidumbre económica y con los bajos niveles de crecimiento económico de la gran mayoría de los países; en el mismo informe se menciona que para el caso de los jóvenes trabajadores la situación se mantenía desalentadora pues los niveles de desempleo mundial para este sector eran de 74 millones, para tener una tasa de desempleo juvenil del 12.6 %, la cuestión de fondo implicó que la condición de desempleo para las y los jóvenes ha tenido históricamente un carácter evidentemente crónico pues como se señala en el estudio de la OIT la condición de desempleo es de largo plazo, ya que en el mejor de los casos en las economías avanzadas dicha situación de la falta de empleo dura al menos seis meses.
En América Latina para el 2013 de acuerdo con cifras publicadas por la OIT en el documento Panorama laboral 2013, América Latina y el Caribe. La tasa de desempleo registró una reducción para ser del 6.3%, lo cual representa en términos absolutos 14.8 millones de trabajadores desempleados, y que en términos del desempleo por género significó que 7.1 millones fueran hombres y 7.3 millones mujeres, el país con mayor desempleo para las mujeres fue Jamaica con una tasa de 20.2%, y México se colocó en el treceavo lugar en un comparativo de las tasas de desempleo de quince países para 2013, sin embargo, como veremos más adelante en la segunda entrega de la investigación, esto ocurre estadísticamente con México por la metodología para el cálculo de la tasa de desocupación que utiliza INEGI, en el CAM presentaremos los cálculos de la Tasa de desempleo con la metodología sugerida por la OIT. Por otra parte, es importante señalar que el desempleo juvenil urbano para este año significó una cifra de 6.6 millones en condición de desempleo.
El desempleo mundial durante la emergencia sanitaria por el SARS-CoV-2 que inició a finales del 2019, y que con el cierre de las actividades económicas durante la primera mitad del 2020 como medida mundial para enfrentar la pandemia tuvo resonancia negativa en los mercados de trabajo, para enero del 2021 el 93% de los trabajadores a escala global tuvieron algún grado de afectación en su situación laboral, esto de acuerdo con cifras de la OIT en el documento “La COVID-19 y el mundo del trabajo”.
Las consecuencias sociales y laborales que ha tenido el desempleo mundial y la pérdida de las fuentes de trabajo derivadas por la pandemia de Covid-19, han sido una clara muestra de una guerra que como pocas veces se ha visto en contra de las y los trabajadores del mundo.
Durante el 2020 se produjo como consecuencia de la pandemia por el Covid-19 una pérdida de al menos 350 millones de empleos a escala mundial, según información del Banco Mundial y de la OIT, lo cual impactó en los mercados laborales en los siguientes aspectos: a) alteró las formas de contratación en todo el mundo, empujando a la informalidad a aproximadamente 2 mil 150 millones de trabajadores, es decir, el 55% de población trabajadora mundial -un tercio de la población mundial-, ocasionando, un mayor número de conflictos laborales en todo el mundo y, también, mayor presión hacia las direcciones sindicales para ceder en la seguridad social frente a las necesidades de los capitalistas para instrumentar mecanismos que aumentan los niveles de explotación; b) la reducción de la contratación formal y el incremento de la informalidad laboral, ha impactado en las formas de contratación con el objetivo de disminuir en general las prestaciones sociales; c) A partir de la pandemia por el Covid-19, se ha normalizado la llamada “contratación escalonada con objetivos de salud”, frase utilizada por los presidentes Donald Trump, Jair Bolsonaro y, López Obrador; y d) La fragmentación de las formas de organización y resistencia laboral –terminar por desaparecer los grandes sindicatos–.
La ralentización de la economía capitalista y el desempleo.
Como lo hemos venido mencionando, la crisis actual que se vive en el mundo capitalista se orienta fundamentalmente por el proceso de la caída tendencial de la tasa media de ganancia, y también con el tipo de medidas contrarrestantes que son y serán aplicadas por el Estado y los capitalistas para tratar de contener y nivelar la acumulación de capital.
Lo anterior supuso una transformación durante los últimos cuarenta años de tipo estructural a nivel del Estado para tratar de dar respuesta a la crisis del Estado interventor hacia finales de la década de los años ochenta del siglo XX, y transitar hacia un nuevo patrón de acumulación que requería articular el mercado mundial bajo la tutela del binomio capital-Estado mínimo, que en el caso de América Latina y en particular con el de México significo una abrupta ruptura con el proceso de desarrollo del Modelo de Sustitución de Importaciones (ISI) dejando el proceso inconcluso, lo cual implicó para el caso mexicano la imposición de un patrón de acumulación industrial manufacturero de exportación en el horizonte del mercado libre total que presupuso la mínima intervención del Estado en la economía; este nuevo esquema de la acumulación capitalista requería de la implementación de políticas económicas que buscaban en todo momento promover la desregulación de los mercados internos para adecuarse a la libre movilidad de los capitales a escala mundial y, que en el terreno de la producción, requería que los procesos de producción transformaran las cadenas de valor, multiplicando las latitudes mundiales en donde ahora se iría agregando valor a cada una mercancías en diversos procesos de trabajo, ahora sí, éstas no tienen patria. Con esto se inició un éxodo de capitales hacia la nueva configuración de las geografías del capital financiero (capital industrial más capital bancario, más capital producto del despojo, más capital ficticio, etcétera), siempre bajo las premisas que les garantizara las ventajas tanto en las condiciones de producción, como en los costes laborales.
De este modo, que durante el neoliberalismo con el fenómeno de la financiarización es que se transformó la forma en la que habitualmente se hacía el análisis de la economía capitalista, hoy las crisis económicas son más una decisión guiada por el capital financiero, con el objetivo de aumentar la tasa de ganancia ficticia producto de la especulación a costa de la tasa de acumulación generada en la economía real, por lo que dejó de aplicar la forma en que se armonizaba la tasa de ganancia y la acumulación de capital. Por tal razón es que pensamos que las crisis no son los puertos de llegada del capitalismo, sino su ruta permanente.
Con la emergencia sanitaria por el COVID-19 a finales del 2019 se aceleraron muchos procesos económicos, sociales y políticos que han impactado negativamente a las clases trabajadoras a nivel mundial. El capitalismo a escala mundial desde antes de la pandemia por COVID-19 nuevamente mostraba grandes problemas en los procesos de crecimiento económico y desarrollo social tanto para las economías centrales como para las economías subdesarrolladas, las tasas reales del crecimiento del Producto Interno Bruto (PIB) reflejan las dificultades para sostener ritmos anuales de entre el 3 y el 5%, lo cual dista bastante de los niveles alcanzados durante el periodo del Estado intervencionista, en la siguiente gráfica podemos observar cómo a partir de la crisis financiera del 2008 que estalla en el sector inmobiliario, es que los ritmos históricos de crecimiento del PIB mundial registran cifras que van de entre el 4.5 % para el 2010, 2.59% para el 2019, -2.07% para el 2020, 6.02% para el 2021 y 3.08% para el 2022, lo cual denota un problema que se expresa en la ralentización de la economía mundial y en la generación de empleos formales (Véase gráfica 1).
Gráfica 1
Para el caso en particular de México, la tendencia es bastante más clara en el proceso de ralentización económica, los niveles de crecimiento real del PIB mexicano arrojan ritmos inferiores a los observados a nivel mundial, en el año 2009 se registró una tasa de -5.28%, para el 2012 la cifra fue de 3.64%, para el 2019 fue de -0.19%, para el 2020 fue de -7.98%, para el 2021 fue de 4.72% y, para el 2022 fue de 3.06%. (Véase gráfica 2)
Gráfica 2.
Finalmente, de acuerdo con el informe de la OIT “Perspectivas sociales y del empleo en el mundo: Tendencias 2023” se están generando las condiciones para que durante el 2023 sólo se pueda generar un uno por ciento de aumento en la creación de empleos a nivel mundial y en contraparte aumente el desempleo a 208 millones de desempleados mundialmente, para ubicarse la tasa de desempleo mundial en 5.8%. Por lo que, derivado del proceso de ralentización económica mundial, con la crisis sanitaria por COVID-19, y las altas tasas de inflación hoy se vive estanflación la cual sin duda está afectando el empleo al generar una orientación de los mercados de trabajo en la que se está forzando a las y los trabajadores a aceptar empleos en condiciones cada vez más precarias, en otras palabras se ha normalizado la oferta de empleos con bajos niveles de ingreso lo que estimula una creciente desigualdad y empobrecimiento de las clases trabajadoras, en el siguiente a apartado presentamos un análisis del ingreso de las y los trabajadores ocupados en México.
Distribución de la población ocupada por niveles de ingreso en México a nivel nacional y por género, 1995-2023.
En este apartado presentamos la estructura de los niveles de ingreso de la población ocupada en México durante el periodo que va de 1995 al tercer trimestre del 2023; la información que hemos analizado es publicada trimestralmente por el INEGI en la Encuesta Nacional de Ocupación y Empleo (ENOE), el objetivo analítico y teórico político de este apartado estriba en presentar las tendencias en los niveles de ingreso en la perspectiva del conjunto de la población ocupada y cómo para evitar la condición del desempleo obliga a las trabajadoras y trabajadores a aceptar empleos con menores ingresos.
Para tal propósito en el Centro de Análisis Multidisciplinario de la Facultad de Economía de la UNAM nos hemos dado a la tarea por desarrollar un proceso de análisis dialéctico con pie teórico en la Ley del Valor Trabajo en Marx, que nos permita presentar el proceso de explotación de la población ocupada a partir de la precarización salarial.
A continuación, exponemos una serie histórica para el periodo de 1995-2023 sobre las cifras de la distribución de la población ocupada por los niveles de ingreso a nivel nacional y por género.
En México el neoliberalismo ha implicado una política pública salarial de tipo regresiva, la que ha generado una estructura de ingresos de bajo costo que le permita competir en el mercado laboral mundial, regional y local.
Es a partir de 1982 con la crisis de la deuda y con la caída internacional del precio del petróleo, que se comienza un viraje forzado sobre un patrón de acumulación de industrialización manufacturera de exportación, el cual requería que el Estado mexicano implementará los mecanismos que garantizaban la competitividad del precio y la productividad de la fuerza de trabajo para ser de los más baratos a nivel mundial.
Dichos mecanismos descansan sobre el principio en que los incrementos salariales directos y nominales al precio de la fuerza de trabajo fuesen inversamente proporcionales al valor de la fuerza de trabajo, el argumento político económico del gobierno y los empresarios fue el de poder controlar la inflación, esta correlación ha generado un proceso tendencial de precarización salarial de las clases trabajadoras en dos niveles, el primero, con un aumento sistemático en la pérdida del poder adquisitivo del salario de las clases trabajadoras y, el segundo, como consecuencia de los topes salariales se ha producido la compactación de la población ocupada hacia los niveles de ingreso más bajos a nivel nacional y por género.
En el análisis de datos vemos que para 1995 en plena crisis económica, la población ocupada que tenía como ingreso hasta un salario mínimo era de 6,757,269 trabajadores, cifra que aumenta para el tercer trimestre del 2023 a 19,681,392 trabajadores, lo que representa una tasa de crecimiento acumulada de 191.26 %, cabe destacar que es a partir del 2015 durante el gobierno de Enrique Peña Nieto cuando la cifra rebasa los 7 millones trabajadores ocupados con un ingreso de hasta un salario mínimo, sin embargo, no es sino durante el gobierno actual de Andrés Manuel López Obrador cuando en 2019 la cifra se sitúa por primera ocasión en 10,914,675 trabajadores ocupados, para que al segundo trimestre del 2023 se alcance la cifra histórica de los 20 millones de trabajadores ocupados.
En el mismo sentido, al analizar a la población ocupada a nivel nacional con un ingreso de más de cinco salarios mínimos, pudimos observar que para el periodo de 1995 al tercer trimestre de 2023 se ha reducido de manera significativa el número de trabajadores con este nivel de ingresos, en otras palabras, en 1995 eran 2,336,139 trabajadores ocupados con ese nivel de ingresos, pero para el tercer trimestre de 2023 la cifra se reduce en términos absolutos a 771,892 trabajadores, lo que representa una tasa de -66.95 %; cabe mencionar que es en el 2006 durante el cierre del gobierno del panista Vicente Fox Quezada donde se alcanza la cifra de 5,236,682 trabajadores, el mayor número de trabajadores ocupados con un ingreso de más de 5 salarios mínimos, pero también es en este año cuando se produce el punto de inflexión en el que comienza de forma clara una disminución drástica y de compactación de la población ocupada con altos niveles de ingreso hacia los niveles de ingreso más bajos.
Al realizar el estudio sobre el proceso de compactación de la población ocupada hacia los niveles de ingreso más bajos por género para el periodo de 1995-2023. Partimos de la siguiente pregunta ¿para el año de 1995 y el año del 2023 cuál es la participación laboral de hombres y mujeres respecto del total de la población ocupada nacional? Para el año de 1995 la población ocupada total era de 32,652,186, de esta 22,108,632 era la población ocupada en varones, y que en términos relativos significó el 67.71%, en tanto la población ocupada en mujeres fue para ese año de 10,543,554, lo cual representaba el 32,29% del total; para el tercer trimestre del año 2023, la población ocupada a nivel nacional total fue de 59,167,472, de las cuales 35,149,210 fueron hombres, para representar el 59.40% del total, y 24,018,262 de mujeres ocupadas para que representara el 40.59 % del total, por lo que si bien podemos observar que existe una mayor participación de las mujeres en el mercado laboral respecto de 1995, es también fundamental analizar las condiciones laborales y en consecuencia de vida en las que laboran, como veremos a continuación en el aspecto del ingreso por género y también en específico respecto del impacto del desempleo por género que será presentado en la tercera entrega de esta investigación.
Al revisar la distribución de los niveles de ingreso de la población ocupada por género tenemos que para 1995 los hombres que tenían un ingreso de hasta un salario mínimo eran 4,138,804, lo que en términos relativos representó el 18.72% del total de la población ocupada, sin embargo, para el tercer trimestre del 2023 la población ocupada de hombres con un ingreso de hasta un salario mínimo aumentó a 9,682,092 para representar el 27.54% del total de la población ocupada de hombres, por lo que, la tasa de crecimiento acumulada que va de 1995 al tercer trimestre del 2023 fue de 133.93 %.
Al realizar una comparación con la población ocupada de hombres que tenía un ingreso mayor a los cinco salarios mínimos vemos que para 1995 la cifra era de 1,835,826 trabajadores, lo que representaba el 8.30% del total de la población ocupada para ese año; sin embargo, para el tercer trimestre del 2023, la cifra disminuyó a 547,849 trabajadores ocupados, lo cual significó una tasa de crecimiento acumulada que va de 1995 al tercer trimestre del 2023 de -70.15%, lo que se podría interpretar como un claro proceso de compactación y empobrecimiento de la población ocupada hacia los niveles de ingresos más bajos.
Por otra parte, al realizar el mismo estudio sobre la situación de las trabajadoras ocupadas a nivel nacional por niveles de ingreso para el periodo que va de 1995 al tercer trimestre del 2023, es que podemos advertir que la situación es muchísimo más grave. En 1995 las trabajadoras ocupadas que tenía un ingreso de hasta un salario mínimo eran 2,618,465, lo que representaba el 24.83% del total de las 10,543,554 de trabajadoras ocupadas para ese año, sin embargo, para el tercer trimestre del 2023 la cifra aumentó significativamente a 9,999,300 de trabajadoras ocupadas con hasta un salario mínimo como nivel de ingresos, lo que en términos relativos significó el 41.63% del total de las trabajadoras ocupadas para ese año. De esta forma, la tasa de crecimiento acumulada que va de 1995 al tercer trimestre del 2023 fue de 281.87% de trabajadoras ocupadas con hasta un salario mínimo como ingreso.
En contraste, al analizar qué ocurría con las trabajadoras ocupadas con un nivel de ingreso de más de cinco salarios mínimos, observamos que para el año de 1995 eran 500,313 las trabajadoras ocupadas que tenían ese ingreso, lo que representaba el 4.74% del total de las 10,543,554 de trabajadoras ocupadas a nivel nacional para ese año, no obstante, para el tercer trimestre del 2023, la cifra disminuyó a 224,043 trabajadoras ocupadas con ese mismo ingreso, lo que significó una reducción al 0.93% del total de las 24,018,262 trabajadoras ocupadas para dicha fecha. En consecuencia, durante este periodo de estudio se registró una tasa de -55.21%, lo que también constata el proceso de compactación y de empobrecimiento de las trabajadoras ocupadas hacia los niveles de ingreso más bajos.
En síntesis, el neoliberalismo y después de lo ocurrido durante lo que va de la pandemia por Covid-19 en México las trabajadoras ocupadas se han concentrado en los niveles de ingreso más bajos, en 2019 las mujeres que tenían de 1 y hasta 2 salarios mínimos eran 12,893,799 trabajadoras para ser el 58.87% del total de las trabajadoras ocupadas de ese año, al tercer trimestre del 2023 aumentó a 17,076,515 trabajadoras para representar el 71.09% del total de las trabajadoras ocupadas para dicha fecha, si lo comparamos con las trabajadoras ocupadas que tenían un ingreso de más de cinco salarios mínimos, vemos que para que para el año 2019 las trabajadoras ocupadas con ese nivel de ingresos eran 556,660, lo que representa el 2.54% del total de las 21,901,717 de las trabajadoras ocupadas a nivel nacional para ese año.
Es indudable el proceso de empobrecimiento de las mujeres trabajadoras mexicanas, pero lo más grave es que seguramente la compactación en los niveles de ingreso más bajos de las trabajadoras ocupadas no ha terminado.
En el CAM se construyó el indicador sobre pobreza alimentaria por ingreso con el nombre de Tasa de la Población Ocupada en Pobreza Extrema (TPOPE), que contempla sólo a la población ocupada en México para establecer si con sus niveles de ingreso puede o no comprar una Canasta Alimenticia Recomendable (CAR); para el IV trimestre de 2006 las trabajadoras ocupadas que con su ingresos no podían comprar una CAR eran 8, 628, 204 trabajadoras, lo cual representaba una tasa de pobreza extrema de 52% del total de la población ocupada en mujeres para ese año. Sin embargo, la TPOPE para el II trimestre de 2021 nos muestra el empobrecimiento de las mujeres pues aumentó a 18,000,055 trabajadoras ocupadas que con su ingreso no pudieron comprar una CAR, lo que representó una TPOPE en mujeres a nivel nacional del 83%.
El empleo informal es signo del proceso de precarización laboral en México.
Durante el proceso neoliberal mundial se ha observado que el empleo informal representa una válvula de escape para las clases trabajadoras en la que las y los trabajadores optan por un empleo informal para evitar el desempleo y poder tener algún tipo de ingreso, incluso a sabiendas de que no tendrán acceso a la seguridad social. De esta forma el empleo informal lo podemos considerar como aquel trabajo que no garantiza ninguno de los derechos humanos laborales y que no permite acceder a los servicios públicos tales como la salud, la vivienda, para gozar de un salario digno para cualquier oficio y/o profesión, del pago de horas extras, del reparto de utilidades, de prima vacacional, de aguinaldo y por supuesto de una estabilidad laboral que le permita a las y los trabajadores gozar de un sistema de pensiones y jubilaciones.
Uno de los principales mecanismos que han detonado de forma estructural el carácter de la informalidad en el empleo mexicano se ubica en las reformas laborales, que durante las últimas cuatro décadas ha sido parte medular de las políticas neoliberales, con dichas medidas se han reducido a su nivel mínimo las prestaciones sociales que ganaron los obreros mediante luchas históricas durante el siglo pasado, así, la línea entre el trabajo formal e informal se ha reducido a tal grado que en la concepción institucional las condiciones de los trabajadores se dejan fuera, entendiendo a lo informal como lo que no grava impuestos[1], un problema con esta definición es que hay una cantidad de personas que tienen contratos mensuales y no son contabilizados como informales pero tampoco tienen prestaciones y están a la deriva cada mes, siendo también población vulnerable, por ejemplo los trabajadores por honorarios
Asimismo, los trabajadores que están laborando en el sector informal históricamente son los más afectados en el proceso de precarización laboral y, también son y serán los que tardarán más tiempo en recuperarse de las crisis económicas.
“El déficit de trabajo decente puede ser brutal para quienes dependen del trabajo informal para vivir y alimentar a sus familias. Se trata de casi el 60% de las personas empleadas en el mundo actual, es decir, 2.000 millones de personas”, dijo el Director General de la OIT, Gilbert Houngbo”[2].
Lo ocurrido durante la pandemia por COVID-19 precipitó y agudizó las precarias condiciones en las que laboran.
La tasa de informalidad laboral: En África es de 85.8%; en Estados Árabes de 68.6%; en Asia y el pacífico de 68.2%; en Europa y Asia central 25,1%.
En América Latina y el Caribe: Uno de cada dos trabajadores labora en la informalidad, lo cual nos habla de una alta la cifra pues se ubica en promedio con una tasa del 50%, destacando los siguientes países: Guatemala con 81.9%; Paraguay con 69.3%; El Salvador con 69%; Ecuador con 68.5%; Colombia con 63.3%; Perú con 60.4%; Jamaica con 58.3%; República Dominicana con 57.3%; México con 57.1%; Panamá con 55.7%; Argentina con 48.9%; Costa Rica con 40.8%; Brasil con 39.2%; Saint Lucia con 28.7%; Chile con 27.4% y, Uruguay con 21.5%, según información de la OIT para el año 2021.
Asimismo, y acorde con información de la OIT a nivel mundial para el 2023 sólo el 47% de la población ocupada de manera formal tiene acceso efectivo a tan sólo una prestación social, lo cual significa que son aproximadamente 400 millones de trabajadores ocupados y formales los que laboran sin tener algún tipo de seguridad social.
En México el empleo informal para el tercer trimestre del 2023 registró una tasa del 55.12%, en otras palabras, del total de la Población Ocupada de 15 años y más a nivel nacional que es de 59,167,472 de trabajadores, serían 32,613,863 los trabajadores que estarían en una condición de informalidad.
Ahora bien, si hacemos el análisis en términos de género podemos observar que de los 32,613,863 de trabajadores con trabajo informal estarían 19,173,111 de hombres en condición de informalidad y, también estarían 13,440,752 de mujeres con un trabajo en condición de informalidad.
Por otra parte, de acuerdo con la información publicada en la Encuesta Nacional de Ocupación y Empleo (ENOE) de INEGI al tercer trimestre del 2023, los trabajadores que laboran en el sector informal llegan a percibir en promedio 53% menos de ingresos en comparación con los trabajadores formales.
En conclusión. Las y los trabajadores informales se desarrollan en un proceso constante de precarización laboral pues al no contar con mecanismos reales que les permitan el acceso a prestaciones sociales de ley tales como un salario digno, el seguro de salud, el acceso a crédito para vivienda y ahorro para el retiro, que les permita un trabajo digno seguirán siendo sujetos de múltiples violaciones a sus derechos humanos laborales y en consecuencia de un empobrecimiento crónico.
[1] Todo trabajo que se desempeña en una unidad económica no constituida en sociedad que opera a partir de los recursos de los hogares, y que no lleva un registro contable de su actividad, independientemente de las condiciones de trabajo que se tengan. INEGI
[2] OIT, Los estadísticos adoptan una nueva norma sobre cómo medir el empleo informal. Octubre de 2023 en internet: Ohttps://www.ilo.org/global/about-the-ilo/newsroom/news/WCMS_899705/lang–es/index.htm